Harina de soja: «Argentina, decime qué se siente»

 

Adrián Simioni
Adrián Simioni

Las desgracias naturales y también las políticas, causadas por nosotros mismos, que se abaten sobre el campo y la agroindustria argentina están por alcanzar un nuevo símbolo: en una de esas, este año Brasil se transforma en el principal exportador de harina de soja, desplazando a la Argentina.

La Argentina se transformó en la líder de la harina de soja en 1998, luego de un complejo proceso que incluyó eliminar retenciones, firmar tratados de navegación con Brasil y Paraguay, licitar la hidrovía, privatizar puertos para eficientizarlos y, lo más importante, haber sido uno de los primeros países en habilitar la soja transgénica. Sobre todo eso, los agricultores más innovadores del mundo aplicaron masivamente y en poco tiempo la siembra directa.

Esas eran políticas de Estado coherentes y no macanas. Y ¡¿voilà! aparecieron las inversiones: sobre el Paraná se armó el mayor polo aceitero y harinero del planeta.

 

Lamentablemente no pasó lo mismo con otros rubros agroindustriales y alimentarios. Brasil hace rato que nos canta en la cara «Argentina, decime qué se siente».

En las últimas tres décadas, su producción global de granos creció muchísimo más que la Argentina. Y a esos granos los industrializa mucho más que la Argentina (aunque en Brasil no existan las retenciones que supuestamente inducen a la industrialización). Por ejemplo, Brasil exporta 1 tonelada de carne por cada 5 toneladas de maíz, contra 1 cada 40 toneladas de maíz en Argentina.

Aún así, también exporta mucho más grano de maíz que nosotros. Brasil, por ejemplo, tiene los frigoríficos de carne vacuna, aviar y porcina más grandes del mundo.

En cambio, la Argentina, luego de 23 años de retenciones que eliminaron la capacidad de reinversión del agro y de pésimas políticas populistas y proteccionistas, fue perdiendo todos sus cetros, todos sus lugares en cualquier podio frente a Brasil.

Este año podemos perder el último. El de la harina de la harina de soja. Una combinación de sequía, de freno a las inversiones, de incertidumbre por la estatización de la hidrovía, de retenciones grotescas y de un desdoblamiento cambiario que es directamente un asalto a todos los exportadores puede hacer realidad el peor escenario entre los que evalúan los especialistas: que Argentina exporte 20 millones de toneladas de harina de soja y Brasil arañe los 23 millones de toneladas. Es otro Mundial. Un Mundial que nosotros no vemos.

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